Un adolescente con SD debe afrontar y resolver las dificultades en la etapa de la pubertad, aunque en ocasiones no tienen la misma capacidad intelectual para afrontar los cambios que se producen en su cuerpo. Son niños sensibles en cuanto a las transformaciones que se producen en su cuerpo.
En ocasiones son los demás adultos los que les siguen tratando como niños. La familia, por miedo al fracaso del hijo o bajas expectativas, refuerzan la dependencia del niño, obstaculizando la autonomía del adolescente.
Se deben tener en cuenta los sentimientos de confusión que en él se producen, intentando que los exprese y así poder explicarle los cambios que se producen para que los entienda. Las explicaciones tienen que hacer referencia al futuro y la familia actuar de manera coherente para estimular y potenciar esa autonomía en el adolescente.
No podemos prever cómo será el futuro, pero hay diferentes variables (capacidad de adaptación, desarrollo, carácter y oportunidades que se le ofrecen) influirán en el futuro del SD, ya que éstos necesitarán ayudas y supervisiones, pudiendo ir dede una tutela o una vida independiente.
Podemos hablar tanto de sus cualidades como de sus dificultades, utilizando términos referentes a sus discapacidad, que por desgracia la primera vez que los oyen es fuera de casa y en tono peyorativo, lo cuál es inadmisible. En ocasiones el propio adolescente, sufre una repercusión emocional del reconocimiento de sus limitaciones y sufriendo un estrés por dichas dificultades.
La actitud de los compañeros y demás adultos, puede ayudar al niño a facilitar su formación de manera positiva y realista, para poder conseguir un futuro con la mayor normalidad posible.
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