sábado, 9 de mayo de 2015

La familia como elemento clave

La mayoría de las investigaciones demuestran que los sujetos con síndrome de Down que permanecen en sus casas y asisten a un colegio ordinario, tienen un desarrollo evolutivo y social mejor que los que se encuentran internados en centro especializados y se les priva de mantener relaciones con sus iguales. 

En los primeros años de vida, los miembros de la familia serán los principales estimuladores junto a los profesores y permitirán el desarrollo del niño en todos los ámbitos de la vida.  El proceso de integración del discapacitado y su aceptación, permitirá un anclaje sólido a la realidad y el formar parte del entorno social educativo y comunitario. 


La escuela y la familia son ámbitos muy significativos en el proceso de socialización de todo niño y ambos contextos se deben interrelacionar sobre la base del respeto mutuo, la cooperación y el apoyo coordinado. 

La FAMILIA es el sector primario de relaciones de toda persona y los problemas de uno de los miembros incidirá en los demás positiva o negativamente, condicionando su accionar y salud emocional.
Cuando se detecta un miembro discapacitado, las reacciones psicológicas (sobre todo de los padres) suelen pasar por una serie de fases o estados: 
  • Shock: recibimiento del diagnóstico inesperado
  • Negación: no reconocen que el niño posee discapacidad
  • Angustia: entristecimiento ante lo evidente
  • Enfado: ¿qué he hecho para merecer esto?
  • Depresión: estado de ansiedad al no saber que hacer
  • Culpabilidad: reproches 
  • Reconciliación: resignación y búsqueda de solución
  • Aceptación: aceptación y encuentro con las múltiples posibilidades de educación de estos chicos
Las familias  necesitan información sobre la deficiencia o enfermedad, pues la ignoracia acerca de ese problema les estresa, desconcierta y les impide adaptarse a esa situación. 
El entorno deberá estar informado del diagnóstico y pronóstico de la discapacidad, lo que le permitirá abocarse a la rehabilitación integral, con metas claras y realistas. 

Para ello, se crean programas dirigidos a los padres, que comienza con una entrevista, para resolver cualquier duda, disipar prejuicios y enseñarles el camino para disfrutar de su hijo/a dejando a un lado, en la medida de lo posible, su condición de síndrome de down. Es importante que aprendan a mirar más allá.
También pueden existir familias a las que no les interese participar o aceptar el apoyo o servicios que se les ofrecen y siempre hay que respetar ese rechazo. 

La excesiva preocupación por ayudar a los niños con necesidades especiales a adquirir habilidades y conocimientos hace que nos olvidemos de aspectos adaptativos que afectan a la raíz de todos los comportamientos como son las habilidades de competencia social, hábitos de autonomía e independencia personal, habilidades de comunicación...

En conclusión, la ayuda a la familia en su proceso de aproximación y adaptación al niño, resulta vital para el buen funcionamiento de ésta y del propio niño. La integración educativa y social se producirá cuando ya exista una integración familiar sólida.

Por último, quería mostraros un vídeo en el que un matrimonio joven y con planes de futuro marcados, se enfrenta a la noticia de saber que serán padres de una niña con síndrome de Down. Lo que en un principio es incertidumbre, tristeza, desesperación y miedo se transforma en alegría: aprenden a vivir con la esperanza de que su hija puede ser feliz; aprenden a mirar por encima de la discapacidad.





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